Crianza, Paternidad

CANGURO

En lo que llevo de vida laboral, uno de los trabajos que más he ejercitado ha sido el de canguro. Ser canguro no es solo un trabajo apasionante, entrañable y divertido, sino que con el que, además, aprendo día a día. Y es que cada niñ@ es un mundo por lo tanto, cada canguro es diferente, loco, inesperado…vamos, toda una aventura.
Como canguro, soy bastante atípico. Es decir, soy chico, padre y cuarentón. Y a veces, pues me miran raro. Y a veces, al preguntarme de qué trabajo y yo responder “de canguro”, me dicen eso de: “Ah claro, tu eres padre y tienes hijos”.
Ser canguro no es ser padre y por supuesto ser padre…no es ser canguro. Aunque es evidente que, en mi caso, ambas cosas van muy enlazadas y se retroalimentan, aprendiendo cosas maravillosas de los niñ@s que cuido para luego, enseñárselas a mis hij@s y aprendiendo cosas maravillosas de mis hijos para luego, enseñárselas a los niñ@s que cuido.

Creedme cuando os digo que cada canguro que hago es una oportunidad que tengo de ver este mundo en demasiadas ocasiones cruel y egoísta, de una manera mucho más apasionante, dulce y mágica.

Sí, de verlo a través de los ojos de un niñ@.

He tenido trabajos de mierda, trabajos pasables y trabajos maravillosos y a día de hoy, solo os puedo decir que el trabajo de canguro, es con diferencia con el que más he brillado.

Y he brillado porque los niñ@s, son pura luz.

Gracias por vuestra luz pues…

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