Amigos

SI FUÉRAMOS NIÑOS

Mientras paseo por delante de un parque y escucho en spotify y por decimoquinta vez el directo de George Michael “Symphonica”, veo como unos niños se están discutiendo por un juguete del tren Thomas. Siempre me ha parecido entrañable el tren Thomas: tan azul, tan  sonriente, tan tren.

El berrinche de ambos es de traca, dando la sensación de que ni ellos llegarán a un entendimiento ni el conflicto llegará a su fin. Pero entonces, al cabo de varios segundos y como por arte de magia, se ponen a jugar como si no hubiera pasado nada. Algo así como pasar de los míticos combates de Wrestlemania entre Hulk Hogan y “El último guerrero” del “Pressing catch” al festival de Woodstock (pero el auténtico, el del 69) y sin pestañear. Para más inri, los niños del ya “ex-conflicto” se ponen a jugar felizmente con otros niños que intuyo que no se conocen de nada y por supuesto todo ello, con el tren Thomas como eje central (y rock star) del juego.

Me suena la escena. La he visto un millón de veces en mis hijos: Entre ellos, con sus amigos y con otros niños del parque.

Esa pasmosa facilidad de pasar del llanto a la sonrisa, del “es el fin del mundo” al “Qué bello es vivir”, del te voy a lanzar un «hadouken» y te voy a eliminar de este mundo para siempre  al «¿Me acompañas hasta el al fin del mundo?». Sin rencores, sin «peros», sin miedos a jugar con niños que no sabes ni  como se llaman. Y entonces no sé muy bien porque, me acuerdo de ti.

Bueno, a quien quiero engañar: Sé muy bien porque me acuerdo de ti….Me acuerdo de ti porque te echo de menos. Y entonces pienso que en lo que se refiere a las relaciones de amistad, los niños nos llevan una ventaja infinita.

Amistad…bonita palabra.

No, nunca fuimos los mejores amigos del mundo mundial, pero sí que buenos amigos o almenos, eso creo. Y no, nosotros no nos peleabamos por un tren Thomas, una balón de béisbol, la última galleta o un cuento de Tomi Ungerer. Es más, creo que nunca hubo ningún enfado entre ambos. Nosotros no solo fuimos y somos amigos (porque aun lo somos, ¿verdad?) sino que además, hicimos juntos cosas maravillosas, cumplimos sueños maravillosos y además y eso es lo más importante: Nos reímos mucho. Y entonces un día nos distanciamos, no sé muy bien ni cómo ni porqué…algo así  como si de repente bajaras al parque a jugar todo ilusionado y lloviera. Y así cada día, lloviendo cada día…

Y claro, le doy vueltas y 1000 vueltas, porque para algo tengo un TOC y si le doy 1000 vueltas a la mayor tontería del mundo, como no le voy a dar vueltas a esto. Y sí, quizás sean épocas de distanciamiento, de parques mojados, de echarte de menos…y ya saldrá el sol como en la canción de Sisa, porque «qualsevol nit por sortir el sol».

Si fuéramos niños, me faltaría tiempo a invitarte a jugar al «He-Man», al “Pin y Pon” o al escondite, vivir un montón de aventuras, y pelearnos un montón de veces para luego volver a ser amigos. Compartir bocadillos de nocilla, quedarnos con el cambio de nuestros padres para comprar chuches y cantar todas las sintonías de los dibujos animados. Y reírnos mucho, muchísimo, sobretodo eso. Bueno…y jugar con el Tren Thomas.

A veces tengo la sensación de que si fuéramos niños,  todo sería mucho más fácil.

 

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