Crianza, Martí y Mario

¿EN QUÉ MOMENTO?»

¿En qué momento mi joven mirada se convirtió en una mirada cansada?

Sustituyendo mis colecciones de muñecos de acción por canas a mansalva, las bandas sonoras por rabietas en parques, los sueños por facturas atrasadas.

Noto como el tiempo se me escapa de las manos, se va, convirtiéndose en polvo y de paso convirtiéndome en su fiel espectador. Allí en primera fila, observo todo tipo de crianzas, muchas de ellas afines y en el mismo barco, ayudándose y haciendo tribu, otras más preocupadas en sacar el mejor brillo, la mejor sonrisa con esa “crianza de cartón piedra” que diría mi admirado Pau. Y muchas otras respetándose y viviendo el día a día con sonrisas, con intensidad y a lo grande. También observo a mis hijos, que un día no saben andar y al día siguiente se pasan todas las pantallas del “Super Mario Bros”. Pasan del BLW a las clases de hockey, de los cólicos a leer mis “Elige tu propia aventura» de cuando era pequeño, de portearlos al uno y al otro a ver cómo hacen carreras, hacen cabañas y escalan cimas que yo en la vida coronaré.

Pero sobre todo, observo mi paternidad y no me acaba de convencer. No, no estoy orgulloso de mi paternidad. De cómo ha ido estos años, de mi entorno, de mis herramientas, de mi ausencia de sonrisas…

Me he convertido en décimas de segundo de veinteañero a adulto y de adulto a padre. Repitiendo patrones sin apenas darme cuenta de ello, repitiendo frases y situaciones que salen de las partes más escondidas de mi interior. Sin embargo, allí están al pie del cañón cuando creen que deben salir y sin  apenas avisar, para borrar de un plumazo todo lo aprendido y todo lo que queda por aprender. Así un sinfín de días, haciendo honor al “más difícil toda vida” y convirtiendo mi paternidad en un continuo reto.

Bueno, al fin y al cabo la paternidad es eso: Un continuo reto pero sobretodo un continuo aprendizaje. 7 años de paternidad dan para mucho, pero sobretodo dan para darse cuenta que tu  mayor enemigo eres tú. No hay más. Tendrás aliados, muchos. Pero no esperes que el tiempo, sea uno de ellos.

¿En qué momento he pasado a que me invadan los miedos en vez de la alegría?

¿Sí, en qué momento? Lo más fácil sería echarle la culpa al cine de los 80 y cargarle el muerto a otro, pero eso sería muy injusto. Porque por mucho anhelar un “final feliz” y cámara alejándose con música celestial en tu día a día, no siempre puede ser así…porque seamos sinceros: pocas veces es así. Sin embargo siempre quedan las sonrisas, las risas y los instantes para sobretodo, darles la importancia que se merecen.

Porque quizás no tenga la cámara alejándome, pero soy consciente de ello. Y eso a veces es mucho más importante a que te suene cada día la orquesta filarmónica de Praga.

¿En qué momento he dejado de ir a la playa para odiarla?

¿Acaso esos veranos añorados de dos horas de digestión y el coche de mis padres empapado de agua y lleno de arena han quedado en el olvido? Como si de repente, Peter Pan se transformará en Mr. Scrooge en una diabólica escena, conviertiéndome en lo que NUNCA quise ser y alejándome de lo que SIEMPRE soñé ser.

Ya lo decía no sé quién: “Crecer es una trampa”.

Pasan los días, las estaciones, los años y mis hijos crecen a ritmo de crucero. Un ritmo que me agobia, que detesto y que me indigna. Así que mi misión es cazar momentos, y así me paso los días…cazando momentos de cuentos, de cines, de dibujos, de risas y de Legos.

Esa es mi misión ahora: sonreír todo lo que pueda mientras cazo momentos. Porque la paternidad también va de eso, de cazar momentos como si no hubiese un mañana. Porque el tiempo no espera  a nadie…y mucho menos a mi.

Por eso cuando mis hijos recogen todo tipo de objetos por la calle, ya sean palos, hojas o metales y al decirles que lo tiren, me responden automáticamente que están construyendo una máquina del tiempo…pues asiento ilusionado.

Ilusionado porque el día que la construyan, seré el primero en subirme a ella.

¿En qué momento hijos míos estará la máquina del tiempo acabada? Porque creedme chicos, no hay tiempo que perder.

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6 comentarios en “¿EN QUÉ MOMENTO?»”

  1. También me lo pregunto; en que momento me convertí en madre, en que momento después de mis miles de días en la playa caminado con mi sombrero y solo el celular con audifonos!!!

  2. Por qué será que siempre que te leo termino con lágrimas en los ojos? Gracias por la autenticidad de tus escritos, por escribir sin tapujos. Ayer me miraba al espejo y me veía tan cansada, tan diferente de hace un par de años (sí, mi pequeña solo tiene 2 y medio). Cómo nos cambia la vida esto de ser padres, de hacer de padres. Así que cuando tengo un mal día, intento cazar buenos momentos, por pequeños que sean, he intento balancear esa polaridad de ojalá que crezca pronto, con ojála que no crezca nunca

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