Tienes canas. Admítelo, punto. Ya nunca volverá ese rostro de entrañable y eterno adolescente, si es que algún día lo tuviste. Tu rostro es otra cosa, algo así como Michael Jackson en “thriller”, pero cuando se convierte en zombie, eh? No te hagas ilusiones…
Y entonces te dicen: “Anda, ¡cuántas canas tienes!”.
“Hijos de puta”, piensas. Y entonces te rematan. Porque ellos son muy de “entrada a la pierna” a lo Goikoechea a Maradona o Schuster: “Haces cara de cansado…”.
“hijos de puta y cabrones”. Piensas otra vez. Tienes canas, haces cara de cansado. ¿Algo más? Te pareces a un yonkie? ¿Hueles mal? ¿Tienes pinta de gilipollas?
De acuerdo. Entonces hemos quedado que tienes canas y haces cara de cansado. Vale guai, ahora me toca a mí:
Tienes 39 años. Sí, tu conociste el “video 2000”. Estás criando a tus hijos, sí, uno de esos padres “modernos” pero que luego lloriquean en el blog (¡que te tengo más que calado!). Tienes una montaña de deudas, pero tranqui! si te vienen a buscar, súbete arriba de esa montaña y les envías tu ejército de orcos o trolls. Escribes y deberías escribir más. Haces vídeos y deberías grabar más. Trabajos esporádicos, que no son 40 horas a la semana, pero que también cansan. ¿Preocupaciones? Bienvenido al mundo real.
Todo eso me da que son muchas canas…. ¿me equivoco?
Las mujeres con canas son guapas, esplendidas, preciosas. ¿Te has fijado alguna vez en alguna de ellas? Seguro que sí. ¿Y lo de tu rostro como si hubieses corrido la maratón de Nueva York cada puto día? Te da un rollito guai, como bélico y a la vez cachondo, como de “Salvar al soldado Ryan” en plan parodia o algo así. Además, si te sirve de consuelo, Richard Gere tiene la puta cabellera blanca y es el puto amo, ¿no? Pues oye, tienes canas igual que él, y una tocha del estilo, ¿o no? Pues ya está.
Y si no te sirve de consuelo y sigues queriéndote enterrar vivo con una pala del Leroy Merlin cada vez que notas (porque juras y perjuras que lo notas) como florece un precioso pelo blanco en tu cabeza prominente…decirte que las canas molan, y mucho.
Las canas te dicen cada día lo que eres, lo que has sido y lo que serás. Son el puro reflejo de tu corazón, de tu alma y de tu esfuerzo. Las canas son tú, y tú eres las canas. No reniegues de ellas, no las escondas, no te avergüences de ellas, porque son pura vida. Tu vida.
Porque tú estás vivo, muy pero que muy vivo…te lo digo por si se te había olvidado.
Hazte amigo de tus canas, dales los “buenos días”, lúcelas sin estúpidas gorras de bohemio o hipster que las tapen, juega al “Risk” con ellas, que estén bien presentes cuando hagas el amor o vayas a una entrevista de trabajo. Piensa que son como el buen vino, o una de esas pelis de Woody Allen de hace 30 años que no solo no se empeñan en envejecer, sino que además, cada segundo que pasa son mejores.
Las canas son la prueba irrefutable de tu paso en esta jungla que es la vida, una vida maravillosa, preciosa, única y por supuesto, llena de canas.
Sí, de maravillosas canas. Disfruta de ellas, pues.
Ilustración: Sem Campón del gran blog : Y yo con estas barbas
Las puñeteras canas te sientan bien, querido… 😉