En demasiadas ocasiones, nos olvidamos de sonreír. Con tantas habitaciones sin recoger, tantos dolores de cabeza y tantas rutinas mal llevadas (al menos las nuestras), parece que se nos olvide lo más importante de todo: sonreír.
Pero cuando digo sonreír, no me refiero a cuando vemos la escena de “la parte contratante de la primera parte” de “Una noche en la opera” de Los hermanos Marx, o cuando alguien se dispone a contar un chiste del Eugenio y sonreímos ya solo con su inicio…sabiendo como acabará, o cuando nuestro hijo dice que aquella mujer que cuida de un montón de niños es una camella, queriendo decir canguro. Más bien me refiero a sonreír de alegría, de esa alegría que va acompañada de un buen momento, un instante, uno de esos para enmarcar…
Por eso cuando tras el cristal de la conserjería del “Espai Familiar”, donde cada martes y jueves voy junto a Mario a hacer actividades, manualidades (sí, un gran reto para mi) o cuentos, y para que Mario vaya directo a su avión favorito y poder “volar como las nubes” como dice él, (aunque él ya vuela cada día, solo que aun no lo sabe), vi a varias educadoras, entre ellas Ethel, al teléfono, como colgaba y acto seguido sonreía para posteriormente gritar todas de alegría…pensé: Todos tenemos que sonreír más, sonreír como Ethel.
Fue como en uno de esos momentos de película de “comedia romántica” que creemos que nunca pasan, pero os aseguro que pasan. Y aunque en ese preciso instante el que os escribe no fuese el protagonista, ni un secundario, ni tan solo un figurante “con frase” o extra, más bien un espectador, el momento valió la pena vivirlo con intensidad, como cuando te levantas en el cine aplaudiendo al acabar la película y salir el “The End”, para agradecer la cantidad de emociones y sensaciones que te ha hecho vivir ese visionado.
Y es que la sonrisa de Ethel fue uno de esos momentos que contagian alegría, magia, y que te invitan a seguir luchando, te invitan a sonreír.
Millones de cosas bonitas me pasaron por la cabeza en ese momento y en los momentos posteriores, preguntándome cual podría ser el motivo de tanta alegría. Sin embargo, os aseguro que lo mejor de todo, fue que se me quedara ese momento inmortalizado en la retina para siempre jamás.
Sí, sin duda eso fue lo mejor de todo…su sonrisa.
Alguno de esos Martes y Jueves preguntale a Ethel porque sonreía y vienes a contarlo luego! 😀