Hay un día en que te sientes como Kevin Spacey. Sí, el mismísimo asesino de “Seven”, el extraterrestre de “k-Pax”, el padre de “los solitarios” en la bañera de “American Beauty”, el malvado Lex Luthor de “Superman Returns”, el pillastre que se inventa una gran mentira en “sospechosos Habituales” o el cabronazo presidente de los estados unidos de América en “House of cards”. Salí de casa y lo tenía allí enfrente: El mismísimo Renault Espace. Los muchachos de Auser con concesionarios por todo el Vallés y Maresme y pertenecientes al Grupo Movento, (uno de esos grupos “Top” en Catalunya que diría Jose Mourinho), parece que me vieron un día cara de Kevin Spacey y me dijeron: “¿Chico, porque no pruebas el coche de Kevin Spacey?» Dicho y hecho…y yo, que soy más bien una mezcla de Antonio Tejero y de un fraggel de “Fraggel Rock” les dije que por supuesto. Al verlo allí el coche eclipsándolo absolutamente todo, me acordé de cuando tenía 15 años y era Trekkie (¿si qué pasa? Todos tenemos un pasado, además me hice fan porque había una chica que me gustaba). ¿Qué por qué me acordé? Pues porque el Renault Espace es como lo maldita Enterprise, y un servidor que en más de una ocasión dentro de un coche con críos se ha vuelto el Kevin Spacey de “Seven” ante los terribles 18.532 “hemos llegado ya” de su hijo grande Martí en recorridos que no superan los 30 minutos, supo que el viaje de ese día sería igual de rápido y alentador que cuando Kirk se teletransporta desde cualquier lugar a la Enterprise o viceversa. Solo abrir la puerta, lo primero que pensé al ver tanta exquisitez, tecnología y buen gusto al servicio de jean Luc Picard o el Capitan Kirk es que el viaje seria como cualquier episodio de Star trek…sí, aunque esta vez el capitán lo sería yo. ¿Los tripulantes? Mi mujer y mis hijos, que esta vez habían cambiado el “hemos llegado ya” por el “como mola este coche”, y que al ver tantos botones, la pantalla táctil, el cristal en el techo, enseguida supieron que eso no era un viaje…era el viaje. Lo tocaban todo, lo manoseaban todo y allí el capitán les dejaba disfrutar de esa Enterprise, mientras disimulando, buscaba el botón de ir a la luna…Sí, porque a mí que los de Renault no me la den con queso, ese coche fijo que tenia un botón para ir a la luna y quería saber donde estaba para ir directo a ella!
Incluso los momentos críticos como los mareos o las peleas entre hermanos pasaron a segundo término…es más: El momento crítico por excelencia en nuestros viajes en coche que es cuando mi hijo pequeño Mario escucha la voz del GPS y se piensa que es la voz de un fantasma de “Poltergeist” y se pasa todo el camino llorando hasta la saciedad, había desaparecido. Y es que a la primera voz de la entrañable chica del GPS, mi hijo Martí le dijo a su hermano: “No tengas miedo…es la voz de una mujer que lo sabe todo” y Mario apenas lloró. Todo fluía en el Renault Espace, todo fluía en la Enterprise. Paramos en un área de servicio, esos lugares que adoro y que me hacen volar como el que más. Y allí, sentado solo, mientras los niños jugaban en un parque y yo disfrutaba de ser Kevin Spacey, de ser el Capitan Kirk, seguí buscando el botón de ir a la luna y cumplir el sueño de Martí…pisar a la luna, pero nada de nada. Nos pusimos en marcha otra vez y las tripas nos empezaron a sonar a todos. Entonces recordé el sitio que mi amigo Pau me había recomendado una vez para comer una fideuá de esas de película…y ya que era Kevin Spacey por un día, pues que mejor que ir allí. ¿El sitio? Can Rin en Cabrils. Un restaurante de esos “modernetes” que me gusta decir a mí. Cuco, elegante, sutil y encantador. ¿Lo mejor? Pues el trato. Está claro que no, no soy ninguna estrella americana ni nunca lo seré…pero os soy sincero, a mi familia y a mí, nos trataron como tales. ¿La comida? Pues lo resumiré en lo siguiente: Detesto los espárragos y este restaurante ha hecho que los adore, que adore sus croquetas de espárragos. ¡Qué ingrato que soy! Y yo que creía que las mejores croquetas del mundo estaban en la pollería de bajo de casa, y que prefería comer césped a comerme un maldito esparrago y fíjate, croquetas de espárragos del Can Rin, ¡menuda delicia! Por no hablar de la fideuà o de los postres! Pau, gracias por la recomendación muchacho, te debo una!
Además hay días que hacen conciertos de músicos guai como Núria Graham o Manos de Tope e incluso de música clásica, y entonces me imagino estando en una de esas “sessions” mientras me como una de esas croquetas con posteriores gin-tonics y entonces sí que soy el puto Kevin Spacey! 😉 Nos despedimos de los muchachos de Can Rin citándonos para el CanRinFest, un festival de música que se celebrará allí mismo el 19 de agosto y en el que (al loro) actuarán David Carabén de “Mishima”, Dj Delafé, The New Raemon o La Bien Querida, y que cuando vi el repertorio de lujo, lo apunté en mi vieja moleskine de insofacto. No hagáis planes para ese día porque lo van a petar…
Subimos al coche y seguí buscando el botón para ir a la luna sin éxito alguno. Nuestro próximo destino era ir a la playa y tomarnos unos calippos y así fue. Estuvimos un par de horas tomando el sol, jugando con los niños, disfrutando de nuestro día. Y es que después de un mes en el que «ha llovido mucho», que mejor que disfrutar con los pequeños con algo que les apasiona: La playa. John Lennon dijo una vez: “El amor es la respuesta”. Yo también lo pienso, y con los niños…añado “la playa”. A la vuelta escuchamos música de Disney mientras mi hijo Martí me decía por hache y por ve que quería que nos dejaran el coche más días. Porque el viaje con el coche, el viaje en el Enterprise, el día que me sentí como Kevin Spacey…había sido un éxito. Cuando devolví el coche a los muchachos de Auser de Grupo Movento no pude evitar hacerles la pregunta que me había estado invadiendo la cabeza todo el santo día: “¿Donde está el botón que va a la luna?” Todos me miraban sonriendo, pero nadie, nadie me supo responder, aunque pongo la mano en el fuego que todos ellos ya habían pisado la luna. Llegamos a casa, cenamos unas pizzas y vimos el “Doraemon”. Y cuando en mi casa todo el mundo dormía y me disponía a escribir este post, mi hijo Martí se levantó, vino y me dijo algo: “Sabes papá…la chica del GPS papá, la chica lo sabe todo, ella sabrá dónde está el botón para ir a la luna…”. Está claro que los que dicen que mi hijo y yo somos como dos gotas de agua…no se equivocan. Sí, el también había estado buscando el botón para ir a la luna todo el tiempo. Los dos nos miramos sonrientes. Los dos sabíamos que aún nos quedaba un viaje, el más importante de nuestras vidas: Sí, el de ir a la luna. Post hecho en colaboración con Madresfera.
Sencillamente eres el mejor. Me encanta leerte .La ilusión que transmites me contagia y me hace sentirme feliz.
Yo tb quiero encontrar el botón para ir a la luna
un saludo
Qué pasada….mola el coche …y tu post,más…nosotros tenemos una Renault Scénic q tiene el botón para ir a casa jaja y también mola,pero esa,ohhhh esa fijo que tiene botón a la luna….yo me iba fijo
Neeeeeeen!!!!! Que día tan chulo! Que coche tan guay! Yo quiero probarlo!
Quieto ir al modo restaurante. Arriero comer esas croquetas de espárragos. Y ver algún concierto! Quepo ir a la playa y comerme un calipo. En serio. La próxima vez…. AVISA!!!!! 😂😂😂😂
MUAS!
Carlos, los del concesionario no quisieron decirte donde estaba el botón porque seguro que no devuelves el coche.
Pero estubiste cerca del cielo en el restaurante de Can Rin (una gozada). En Cabrils hay varios restaurantes que les llaman «con encanto».
Conducir o probar un coche nuevo puede llegar a ser una experiencia para recordar, ya que la carretera y la conducción se sienten como nunca. El hecho de probar un coche nuevo o de segunda mano seminuevo, puede conseguir que te enamores rápidamente de la marca o del modelo y después, a medida que te informas sobre las ventajas que obtienes frente a tu antiguo coche, no podrás despegarte de él.