magia

UN DÍA DE ESOS…UN DÍA DE PAREJA.

Un día de esos…un día de pareja.

Ayer mi mujer Vanessa y yo tuvimos uno de esos días que estamos solos y sin niños. Y tenemos tantas y tantas cosas que hacer que no sabemos por dónde empezar.

Hay días que necesitas parar el mundo, bajarte, y charlar. Y recuperar sensaciones, besos, abrazos, mimos, helados, pelis…besos, besos, besos. Recuperar miradas, caricias, duchas largas y que se empañe todo el lavabo y que parezca una sauna. Decir «te quiero», o no decirlo y hacerlo con la mirada…todo se entiende, después de casi 9 años juntos, os entendéis a la perfección…en lo bueno y en lo malo.

Y mientras tus niños están con los tíos pasándolo en grande en el bosque, haciendo lo que deben y tienen que hacer, o sea, hacer los niños, ser niños, los niños que son, pues vosotros os cuidáis un poco, o mejor dicho, os cuidáis mucho, muchísimo. Y todas, absolutamente todas esas conversaciones pendientes entre ambos pueden ser habladas sin interrupciones, y sí, las conversaciones finalizan….pero entonces, pues pierden su encanto, la verdad. Y bajáis al bar, y os tomáis unas “bravas” mientras veis como el Barça se pone líder, y no, joder, no es nada romántico, ¿qué queréis de un chico que invito a cenar a una chica a su casa y en la primera cita le prepara una pizza calzone de “La sirena” y unos “hot pockets”? (haced un “google” con lo de los  “hot pockets”, ya que trágicamente, ya no los fabrican y joder,  estaban buenísimos). Y vemos un montón de niños, pero ninguno son los nuestros, y mientras estamos comiéndonos las “bravas”, Vanessa dice medio en broma medio en serio: “¡jolin, nadie nos roba las patatas bravas!”.Y yo me quejo, pero lo entiendo, ya que yo también echo de menos que me roben las patatas bravas, o ya puestos, el bocadillo de “chicha”, patatas y con dos huevos fritos por encima que me estoy comiendo. Y que me saquen de quicio, que se peleen por el mismo muñeco aunque tengan 10.000,  que se levanten de la mesa 18.456 veces, que hagan que me salgan  canas cada 10 décimas de segundos, y que hagan incluso que a veces las comidas me sienten mal…qué demonios, les echo de menos.

Sí, disfrutamos de nuestros momentos, pero echamos de menos a los niños, echamos de menos compartirlo todo, los bocadillos, las olivas, las galletas, los helados, las sonrisas, las alegrías, las tristezas, los momentos…nuestro momentos.

Y entonces nos ponemos a pasear, a andar y andar y andar, y hablamos, como hacía tiempo que no lo hacíamos. Y nos damos cuenta del viaje que llevamos, de lo que llevamos caminando juntos, de lo complicado que está todo, de que me tengo que cortar el pelo y afeitarme (no, dejad de insistir a que me parezco a Santi Millán…ojalá), Nos cogemos de las manos, de la cadera, de los hombros, nos cogemos, nos cogemos, nos cogemos…Y entonces propongo ir al cine, pero la cartelera deja mucho que desear, y entonces, le propongo una película a Vanessa que hace tiempo que quiero volver a ver, pero con ella, junto a ella. Es una película que trata sobre las decisiones de la vida, sobre soñar, sobre el viaje de la vida: “La vida secreta de Walter Mitty”. Hace meses que la vi y me gustó tanto, que me la compré, y le gustó tanto a mi amigo Enric Bastardas que hizo un maravilloso post sobre un viaje que hicimos juntos de un día entero a Madrid, uno de esos locos, como los de Mitty, con hamburguesa “Kangreburguer”, risas, sueños, amor y confesiones.

Por el camino cogemos un par de helados Ben & Jerry’s, el de brownie para ella, el de galleta para mí. Llegamos a casa, nos tumbamos en el sofá, nos acurrucamos y vemos la película.

Me emociono en la escena del helicóptero, me emociono muchísimo. Esa escena es la historia de mi vida. Y cuando llega la escena final, posiblemente uno de los mejores finales de la historia del cine…me aguanto las ganas de llorar. Que idiota soy, llevo casí 9 años con mi viajera, mi Walter Mitty, y aun intento aguantarme las lágrimas…pero claro, no puedo, no quiero, no me da la gana y me pongo a llorar. Y ella también está llorando, pero me abraza, y sonrío, y me acuerdo de los niños, y me acuerdo de Enric, de su post, del viaje a Madrid, del viaje de 9 años con mi mujer, de todos los viajes que he hecho, los que me quedan…y del viaje principal: El viaje de la vida.

Nos despejamos, nos abrazamos, y llegan los niños. Jugamos a la Wii, bañamos a los niños, cenamos, me roban mi cena ambos (bocadillo de queso de untar con jamón en dulce, tomate y aceite), perdón, comparto la cena con ellos. Le cuento a Martí 3 cuentos y nos vamos a dormir.

Y entonces, pienso en los viajes, y pienso que cualquier día, haré uno de esos como en la película, uno de esos lejanos, emocionantes, excitantes,  y será Vanessa, mis hijos y Enric Bastardas los que me cantarán el “Space Oddity” de David Bowie mientras me subo al helicóptero.

Porque gracias a ellos y a todos vosotros, tarde o temprano…me subiré al helicóptero, sea el destino que sea y por supuesto, llueva lo que llueva.

mITTY MOLESKINE

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5 comentarios en “UN DÍA DE ESOS…UN DÍA DE PAREJA.”

  1. Me encantó la pelí y lo que más me gustó fue verla acurrucada con Juan en un dia de esos de pareja. Vanesa debe estar encantada con estos post tan chulos que escribes, son tiernos, dulces y llenos de amor.
    Un brindis por los días en pareja y.por las ganas de seguir besándose, charlando, riendo…

  2. Porque yo también lloro con la escena del helicóptero y con la escena final… y porque mi compañero de viaje no llora, pero se emociona conmigo y porque también es una de nuestras pelis favoritas… Besos, Carlos!!

  3. Empeze a leer hace un par de horas tu blog.
    Tienes el extraño poder Jedi de que no pueda decidirme por un post en concreto. 🙂 Te felicito.

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