Te levantas. Tu mujer trabaja todo el día, tus cuñados se llevan a los niños a las fiestas de Viladecans ¿y tú? Tú necesitas un” tiempo muerto”. Pero no uno de esos de los partidos de baloncesto que duran 1 minuto, tú necesitas más. En lo que va de mañana has arrancado hasta 3 veces un trozo de papel de cocina por error, sin que hayas tenido que limpiar ningún resto del “baby led weaning” del Mario o un cereal nuclear pegajoso en el suelo provocado por la extrema ilusión de Martí viendo a su “compi” “Doraemon”. Sí, como si tu cerebro se pasase el día diciéndote: “¡coge otro papel de cocina!”.
Está claro que necesitas un “tiempo muerto”. Así que llamas a aquel entrañable amigo con el que las habéis visto de todos colores, y le engañas para ir a Sitges, y él que es perezoso como tú, te da algo de largas, pero tú insistes, y finalmente vais. Os metéis en el coche, no arranca ni a la de tres, y os ponéis tensos, pero no, ¡esta vez va a arrancar! El “tiempo muerto” de eso se trata, de arrancar, descansar, para volver a arrancar. Entonces arranca, y suspiráis, y cuando vais en el coche, habláis de vuestros miedos, sueños, TOCS, y llegáis a Sitges y os tomáis un aperitivo de esos guays (bueno más bien necesitas cafeína en vena), y te sorprendes al haber comprado el periódico y…poder leerlo enterito, de la primara página a la última. Vais a comer a “Los Vikingos”, y os coméis la mejor hamburguesa del mundo, o mejor dicho…la que te hace sentir mejor. Os hacéis fotos para parar un tren y os lo pasáis genial, pero cada vez que ves un niño, te acuerdas de tus hijos, de tu mujer. Os coméis un helado gigante, lleno de nata y crocant y esas “chuminadas”…porque ahora el niño eres tú, bueno, en realidad siempre fuiste un niño. Y entonces tu amigo te convence para ir a una playa nudista y tú, que no eres del Opus Dei pero si un poco “ clasicote” (algo así como “Casablanca”, “7 novias para siete hermanos” o “Lawrence de Arabia”) pues te da cosa, pero al final piensas que qué demonios! es un “tiempo muerto”!. Y solo bajar por las piedras de la playa nudista ves un montón de señores grandotes y barbudos, y llegáis a la arena y das el cantazo, pero no porque el 90 por ciento de bañistas sean gais, sino más bien por tu psicodélica toalla de Darth Vader, y entonces te suena el móvil y es tu mujer y te pregunta: “¿Donde estás?”. Y tu le respondes sonriendo: “En una playa nudista, pero no sé si quitarme el bañador porque hay mucho nivel…”. Y te dice riendo: Aix como eres…”.
Me quito el bañador y me sumerjo cual sirena en el mar, y el “tiempo muerto” llega a su momento del clímax, a su momento total, a su momento de libertad, de felicidad, de nostalgia, de tranquilidad y de coger fuerza…mucha fuerza para el último cuarto, o mejor dicho, para los próximos 400 partidos, para toda la vida. Y al salir del agua veo a un niño de la edad de mi hijo Martí con sus padres, y pienso: “La próxima vez me vengo con ellos”.
Nos tumbamos a la tierra, y mientras el sol me quema mi culito blanco (Claro, he de ponerme crema en el trasero también…se nota lo que he ido a playas nudistas, ¿no?), me viene la primera escena del próximo largometraje que quiero escribir…lo visualizo: Madre contándole un cuento al niño de unos 8 años, un cuento de esos con seres extraños. Pasamos a los títulos de crédito, y piensas: “Con esta historia esta vez si, esta vez lo voy a petar”.
A mi amigo le entra tristeza por su “ex”, le dejo que se relaje, en los tiempos muertos hay momentos para todo: Reír, pensar, llorar…
Nos vestimos y le regalo una pulsera de recuerdo del día y me siento inmensamente agradecido con él, por la amistad, porque me escucha, por el “tiempo muerto” que me ha brindado. Entonces paseamos por Sitges, nos tomamos una horchata, seguimos charlando de todo un poco, veo una tienda de chuches y observo con extrema alegría una especie de chupa-chup rectangular radioactivo que sé que a Martí le encanta y que si me viera Julio Basulto me metería una bronca de campeonato. Se lo compro y mañana se lo daré…es como una tradición friky de un servidor: Siempre que voy a sitios y Martí no está, le traigo una chuche. ¿Mal padre? ¿Padre inconsciente? ¿Padre nostálgico? Un papá como Darth Vader…
Cogemos el coche y de camino a la vuelta le explico a mi amigo que creo que en la educación que he vivido con mis padres, hay cosas muy buenas y algunas no tan buenas (ojo, igual que la educación que le estoy dando a mis hijos!), y de las buenas, lo que más me encanta es esa pasión que nos transmitieron por viajar y conocer otras culturas subidos hasta los topes en un viejo Citroen AX. Pero sobretodo lo que realmente más me gustaba de esos viajes por toda Europa, eran las paradas en las áreas de servicio: Estirar los pies, hacer un pipi, visitar la tienda de souvenirs y los papis y “los Julianes” (amigos de mis padres) a tomar un café…y de vuelta pal coche”. Así que le pido a mi amigo de parar a una área de servicio, pero recordamos que por la mañana el coche no ha arrancado, y preferimos dejarlo para otra ocasión, no sea que el “tiempo muerto” acabe en “llamada a la grúa”. No pasa nada, me conformo con ver esos lugares mágicos desde la ventanilla del coche, eso…ya me hace muy feliz.
Llegamos a casa, y justo antes de bajar del coche, mi amigo y yo quedamos en que intentaremos no huir de según que miedos, porque los miedos, vienen y van. Y le cuento que intente no pensar durante un minuto en un elefante rosa, y verá como es algo imposible…
Llego a casa, silencio absoluto, la casa está rara, me ducho, me pongo la banda sonora de “La vida secreta de Walter Mitty”, hago una ensalada de pasta (mi especialidad) y recibo fotos de mis hijos pasándoselo en grande con sus tíos, mientras mi cuñada me pregunta si queremos que nos traigan a los niños, ya que el Mario se ha dormido. Le respondo que no, que disfrute el Martí de las fiestas, que el Mario descanse…que yo escribiré un post.
Este mes ha sido durísimo, y aun así…no, no quiero que mi hijo Martí vuelva al cole, lo prometo. Y si, lo reconozco, he pensado un millón de veces el “ A ver si empieza ya el cole…”. Lo que quiero es disfrutar con los 4, estar descansado, estar al 100 por 100, para poder darlo todo.
Viene mi mujer de trabajar, está agotada y entonces pienso que ella se merece más que nadie un “tiempo muerto”, aunque me da la sensación de que lo que realmente necesita en su caso…son más partidos, más partidos con sus hijos.
Nos pasamos dos horas hablando…¿cuanto tiempo hacía que no nos interrumpía nadie en una conversa nuestra? Y los dos, echamos de menos más que nunca a los pequeños. Que aburrida está la casa sin ellos… ¿Donde están los 204 juguetes tirados por el suelo? ¿Y los gritos? ¿Risas? ¿Lloros? ¿Libros que hablan? ¿Conciertos con los instrumentos a las tantas de la noche?”. Lo dicho…una casa aburrida.
Llegan los niños, el Martí dormido en el carro, se lo ha pasado genial. El Mario está despierto y su sonrisa también nos indica lo mismo.
Suena la bocina. El “tiempo muerto” ha acabado. Vuelvo a la pista, refrescado, con el sudor secado y con ganas de tirar algún que otro “triple”. Me quedan infinitos partidos, unos los ganaré, muchos los perderé de paliza, otros con el marcador ajustado al final me la jugaré y a lo mejor ganaré y todo…y todos, absolutamente todos los partidos, los jugaré con el mejor equipo del mundo: Mi familia.
Te entiendo tanto!!! Todos los papas del mundo necesitamos el tiempo mierto para nosotros 🙂 es una sensacion muy natural! Es mas tambien nos ayudan nuestros tiempos muertos, a como tu dices, llenarnos de energia para darlo todo y ademas para apreciar aun mas lo ms tesoros que tenemos! Muy buena reflexion y me alegro que tuvieras un dia de tiempo muerto tan bueno!
¡Jajaja! Vaya experiencia para recuperar tu tiempo entre adultos. Mi madre y yo solíamos ir a una playa nudista gay porque era la que teníamos más cerca de casa ¡pero sin quitarnos nuestro decente bañador! Ya me dirás el cuadro que montábamos allí cada tarde.
Cada vez que te leo siento mil emociones a la vez, pero con este post has dado en mi punto débil! Creo que hace más de 4 años que no quedo con una amiga a solas para pasar un rato de confidencias, de complicidad, de risas, de amistad, de «ponernos al día» … Y lo echo tanto de menos!!! En fin, los tiempos muertos son súper necesarios para descansar, coger fuerzas y aire para poder continuar con el partido de ser padres.
Un abrazo!
Ohh, qué tiempo muerto tan bien aprovechado. Es una sensación rara esa de estar solo, que no dependa de ti una personita y poder hacer lo que te da gana. Pero siempre echándoles de menos, aunque estés hasta las narices. Pero en la maternidad, una de cal y otra de arena 😉
Por muchos partidos más y por otros tiempos muertos
Seeeeh que grandes esos tiempos muertos, para hacer el mono, el niño, el freake, lo que seaaaa, para volver a ser nosotros mismos. Y mientras piensas en la familia pero que demonios «un día es un día» y esos tiempos muertos son necesarios y a veces en vena!!!!
Carlos, te superas en cada post…
Siempre me sacas una sonrisa 🙂
Abrí mi lap, entre al Internet y vi este bello post. Soy joven padre soltero y te juro que leí y sentí en mi un suspiro grandísimo diciéndome, «ya vez wey, que si se puede vivir la vida plenamente y que siempre hay tiempo para todo?». Me encantó. Saludos espero poder leer otro maravilloso post próximamente. Saludos.
Esos pequeños paréntesis son la poción de Panoramix…: los necesitas para hacer frente, ahora y siempre, al «invasor». Y la familia, son el ingrediente secreto. ¡Genial post, como siempre!