Lo chinchas una y otra vez…Estás esperando que papá se vaya a calentar los espaguetis de “La Sirena”, ir al lavabo a cuidar su maltrecha próstata, comprobar que su muñeco “E.T” de coleccionista comprado en “los Encantes” no se ha perdido y sigue en su sitio, o poner un estúpido estado del facebook, para pasar a la acción y putear a tu hermano pequeño Mario. Tu abanico es amplio y carismático: Desde un abrazo de esos fuertes y que casi le dejan sin respiración, pasando por un pellizco, un “robo de juguete” realizado a traición y sin miramientos, o saltar por encima suyo con muchas probabilidades que te lo lleves por delante cual atleta olímpico en la prueba 110 metros vallas y acabando, como no, en tu mítico “Le cojo de la cabeza y le giro rápidamente de un lado a otro como si fuese un muñeco click, madelman o Lego”.
Los celos son así, y te lo dice papá que de otra cosa no, pero de eso sabe un rato. Sino que se lo digan a mi hermana e incluso a muchas de las novias (bueno, eso de muchas es ciencia ficción), a ver que te cuentan de los celos de un servidor. Bueno, probablemente te dirán que estaba como una chota…
Hay días que son agotadores, no das ninguna tregua, da igual que papá esté solo, o acompañado de mamá, que llueva, que haga sol, o que hayan anunciado un ataque de “avispas asesinas” a la ciudad condal en cuestión de horas…ese día has decidido chinchar, putear, molestar, agobiar a tu hermano…y así va a ser.
Son de esos días que papá saldría corriendo y se iría a New Jersey, se iría a la tienda oficial de Merchandising de las “pelis” de Kevin Smith, se comería una hamburguesa grasienta y un café bien aguado en esas cafeterías que salen en las películas, apagaría el móvil y negaría ante la justicia yankee que tiene una preciosa mujer y dos hermosos hijos…y lo sabes.
Son de esos días que ya te puedes leer y releer libros, artículos, posts, que cuando por decimoquinta vez escuchas al Mario llorar o quejarse, pues explotas, estallas…miras al cielo, y sí, gritas como un histérico y te cagas en todo. Sin embargo, luego te acuerdas de ese Carlitos chinchón y plasta con su hermana, incluso con su prima (Lo sé prima, decapité un muñeco «Nenuco» tuyo sin querer, ¡lo siento!, ¡lo siento!, ¡lo siento!), y si escarbas, escarbas y escarbas en el interior del corazón de tu hijo, y ya puestos, del tuyo, te a aparecen palabras como “miedo”o “inseguridad”. ¿Y que mejor manera de afrontar esos peligros que con otra palabra?
Bueno, son tres palabras: Llamar la atención.
De eso se trata, de llamar la atención, “nada más”. De vencer esos miedos a no ser queridos, a no ser amados incluso a ser abandonados…llamando la atención.
Imagino que no es mucho consuelo para mi hermana o para Mario eso de que todo es debido a miedos e inseguridades, todo es “llamar la atención” y punto. No obstante, y a pesar de esos celos, puedo jurar ante Kevin Smith o quien haga falta que mi hermana me quiere a pesar de haberle jodido 1000 historias con la Chabel y el Dani (Unos Barbie y Ken más rollo teenagers), o que Mario quiere con locura a Martí, por mucho que éste, haya días que lo haga llorar cada 20 minutos, 12 segundos y 3 décimas…
¿Lo del “Nenuco” de mi prima decapitado por mi culpa? Creo que en «Ebay» he visto uno igualito al que me cargué…es muy caro, pero ahorrando seguro que en el 2027, te lo podré regalar prima. 🙂
No sé quien dijo, que para un hermano mayor cuando se presenta de golpe un hermano pequeño, era algo así como si en una pareja de golpe, se presentase una tercera persona, se pegara “el lotazo” delante de tus narices y se instalara en tu casa…para siempre. Sí eso es así…vamos apañados.
Sin embargo y a pesar de los celos, Martí es el primero que protege a Mario. En el pasillo, cuando Mario se dirige hacia allí a solas, nos avisa con gritos que no le dejemos que vaya solo. Y sobre todo en la oscura noche, con la puerta de la habitación abierta, y con esos monstruos y fantasmas y demás seres que visitan la imaginación de mi hijo de vez en cuando, Martí me dice con cierta preocupación: “Papá, no te duermas, mira para la puerta…y vigila al Mario”.
Martí es fan de Mario y Mario es fan de Martí. Sí, por mucho que su hermano mayor le putee día si…día también, creo que no hay momento más feliz en la mirada de Mario que de buena mañana cuando se levanta Martí, y aparece en el comedor…y Mario sonriente y emocionado grita: “titíiiiiiii!!!”.
Hay una preciosa canción de John Lennon llamada “Jealous Guy” en la que dice algo así como: “Solo soy un chico celoso”.
Martí no solo es un chico celoso…es un niño celoso, bueno, mejor dicho: Es solo un niño.
Qué bonito post! La verdad que los celos son fatales para grandes y pequeños, aunque son sentimientos y como tales hay que verlos llegar, reconocerlos, afrontarlos y expresarlos. Martí es un pequeño divino que además de pelusilla a Mario debe jugar a ver hasta dónde aguanta… quién no lo ha hecho? Por cierto, no te gastes los dineros en un Nenuco… era un pelín más sofisticado mi pequeño e INDEFENSO bebé… 😉
M’ha encantat! Descriu perfectament el que passa a casa meva totes les tardes, jeje
Te echabamos de menos Carlos… Enternecedor… y tienes razón es sólo llamar la atención (aunque a veces jode)