El camping donde estuvo Martí este fin de semana, no está maldito. No hay 7 amigos de la infancia esparciendo las cenizas de su amigo como última voluntad. No hay muertes, ni cadáveres, ni niños sin ojos, ni recepciones con gente muy rara, ni piscinas repletas de hojas ensangrentadas, ni columpios oxidados, ni amores de la infancia no resueltos, ni envidias de la infancia no resueltas, ni diabólicos juegos en que se cuentan historias de miedo y en que cada vez que empieza uno a contar una historia debe decir la frase: «Cuenta la leyenda o historia que alguien vivo o muerto me contó…» de lo contrario pierde la partida….y de lo contrario muere sin piedad alguna.
En el camping donde estuvo Martí es el camping Caledonia, y no es el camping de «la muerte», aunque así lo denomino yo, ya que hace tiempo cada vez que decía de ir, todo el mundo me ponía extrañas caras como si allí habitara el hijo del demonio, abejas gigantes asesinas, o se concentraran todos los asesinos en serie de la península.
El camping donde estuvo Martí, no es «El pingüino azul», o lo que es lo mismo, el camping de mi guión de terror, sino el camping en donde siempre que puede, visita, en su imaginación o en persona…al igual que yo con “El pingüino azul”, que lo visito frecuentemente, siempre en mi cabeza, siempre saltando esa vieja verja, siempre en silencio, con viento, mucho viento, y siempre de noche.
Y es que a la hora de dormir, cuando ni Martí ni yo podemos conciliar el sueño, es cuando nos imaginamos el camping. Él se imagina su camping de casas marrones, con su preciosa piscina, con su camino directo a la playa, con su bici, las barbacoas, su primita Alexandra, sus tíos jugando con él en la tirolina, y entonces es feliz…y se duerme. Yo pienso en el camping «El pingüino azul» y pienso en tramas, y en si aquella historia da miedo o ese personaje funciona o no, en sangre, en amores, en infancia y entonces cuando veo que sí, que funciona o almenos eso creo…pues soy feliz.
Los dos tenemos un mismo sueño, porque como diría mi mujer «Sois tal para cual…». Quizás por eso chocamos, por eso nos hacemos la puñeta, por eso la coletilla de Martí es: «tú no…La mama!», por eso exactamente un camping (bueno, con matices, claro)…nos hace muy feliz.
Y después de unas semanas muy duras, con varicelas, dolores de cabeza, algún que otro susto, y lluvia, mucha lluvia…hicimos un descanso. Martí se fue al camping Caledonia con sus tíos y prima, y yo me fui al camping «El pingüino Azul» y a la vuelta de ambos campings, él vino más feliz que nunca, y yo vine consciente de que escribir un guión y ser padre…se asemejan y mucho. Y que me queda mucho, mucho por aprender…sobretodo en lo segundo.
¿Qué tal va ese guión? Espero de verdad que sea un proyecto que te ilusione ya que te ofrece la posibilidad de realizarte como escritor. Ahora que yo también me he quedado sin trabajo y como mamá 24 horas ¡estoy pensando en escribir mis memorias como becaria! ¡Best seller seguro!
Espero que el guión vaya bien! 😀
Ayer vi a tu mujer. Que ilusión me hizo después de tanto tiempo!!
Con la imaginación tuya y la de tu hijo, tienes el éxito asegurado en cuanto a historias se refiere. Espero que todo vaya bien!
BESOTES
En realidad quizás Martí y tu vais al mismo camping, pero vuestras experiencias son distintas porque vuestras expectativas e ilusiones también lo son, algo así como las dos versiones de la misma historia que se plasman en «La vita è bella», de Roberto Benigni.
Me gustará visitar ese camping en un futuro no muy lejano 😉