EL DÍA DEL PADRE

El día del padre siempre lo relaciono con una tarta en forma de cabeza  humana ensangrentada  y en unas velas encima de su cabellera. Mola como empiezo el post, eh? 😉

No, no pienso en que es un día para honrar a todos los papás del mundo, ni tampoco me voy al otro extremo y lo detesto porque pienso que es un maldito invento de «El Corte Ingles» como la Navidad y otras fiestas de esas entrañables para muchos y detestables para muchos otros. Lo siento hijos, soy así de raro, a la que escucho las palabras «Día del padre», me acuerdo  de aquella maravillosa película de terror dirigida por el gran George A. Romero y de como la tía Bedelia se horrorizaba al ver como su padre en forma de zombi le llevaba la tarta de “El día del padre”…sí, la tarta que era una cabeza humana. Y es que claro, el padre que era un pesado, pedía su tarta de “el día del padre”, y era tan pesado que la tía Bedelia, zasca! Se lo cargó a bastonazos, pero el padre al cabo de unos años vuelve en forma de zombi y se carga a un montón de gente y con sus cabezas…pues hace su tarta.

Lo siento, si esperabais un post entrañable  mejor lo dejamos para otra ocasión…

Y entonces temo que cualquier “día del padre” de un servidor  en todos estos años de crianza que me quedan, acabe con mi cabeza cortada y con velas por ser un pésimo padre, y  de paso quedarme sin mi tarta favorita de chocolate y nata “selva negra”. Buff, sin tarta y sin cabeza….de una tacada.

Sí, es lo que tiene ser  así de freak, chalado, majara…podéis escoger el adjetivo que prefiráis. Yo soy así, lloro con la peli “Up”, me emociono cuando veo cualquier  objeto relacionado con “Los Goonies”, me como de primero una tortilla de patatas y de segundo unos huevos con chorizo y me quedo más ancho que pancho, y   visualizo cosas horribles en  momentos divertidos, o cosas divertidos en momentos horribles…

Así que cuando le dije a mi hijo Martí  el día antes de «El día del padre», que ese día iba a trabajar y me dijo: «Pero papá si es el día del padre!», temí por mi cabeza, la verdad. Para más inri, si empieza el día señalado con el niño llorando como un loco por darme un regalo y su madre diciéndole que aun no puede porque queda  una parte del regalo, pues mal asunto…

Y es que os soy sincero, para el que os escribe esta semana ha sido una de las semanas más raras de mi vida. La semana en donde han publicado una entrevista mía por  este blog en «El País», la semana en donde he recibido un montón de muestras de cariño de amigos, familia y demás, la semana en que  ex-compañeros de mi ex trabajo  han colgado la portada del periódico en la mismísima oficina, la semana en donde me han entrevistado por radio también por el blog, la semana en donde he hecho otro trabajo que no es el de escribir, pero que tampoco está mal del todo, y de paso nos da para pagar unos cuantos pañales del Mario y unos cuantos comedores del Martí, la semana que me han dicho que «no dejes de escribir aunque sea para decir  que tus hijos no te dejaron hacerlo» pues bien…esa semana el Martí ha estado con varicela y el Mario con gastroenteritis, y no, casi no me dejan escribir  Kike y lo que es peor: no he podido estar con ellos. Sin embargo,  la semana que posiblemente he estado menos con mis hijos ha sido cuando más me han necesitado. Y entonces me he sentido mal, para variar un poco, y he pensado que me gustaría ser millonario por tres cosas: Comer fuera de casa cada día (basta ya de cocinar por favor, es que me va a dar algo!), comprarme una tablet pero que te haga cafés y con ella puedas viajar en el tiempo y estar todo el rato con mis hijos. Y si, quizás a la media hora querré hacer un «Forrest Gump» y si os he visto no me acuerdo, quizás me bajaré un par o tres veces a hacer un café en el “Rubick” para desconectar, y  quizás me saldrán tantas canas que realmente pareceré yo el zombi que lleva la tarta de la peli de «Creepshow»… pero estaré con mis pequeños, y así  de paso no sufriré por mi cabeza.

Sin embargo a partir de hoy Viernes 21, cada vez que escuché las palabras  «El día del padre», lo relacionaré con  mucha gente enviándome mensajes  y felicitándome, con un nuevo trabajo que mola lo suficiente para no dejar de sonreír, con una infografía preciosa de Enric Bastardas, con una portada que lo flipas en «El País» que por un momento me hizo recordar  aquellas palabras de Warhol (sí, ya tengo mis 15 minutos), con una entrevista muy divertida en la radio, con un montón de cafés en «El café di Roma» de la Diagonal, con unos granitos que pican mucho, y que ojalá me picaran a mí en vez de a él, con una llamada por la noche de mi amiga Eva (mi Pepito Grillo) diciéndome que estaba feliz por mí, con  unos padres del «Espai de Pares» con los que cada día aprendo más de ellos y sobre todo, lo que más recordare de estos días locos, es una postal preciosa de un cortado en donde pone papa, Martí y Mario. Porque después de esta montaña rusa de semana, te das cuenta de que sí,  de que hay cosas que molan mucho, pero que lo que realmente mola de “El día del padre” es estar con tus pequeños y comerte una tarta “selva negra”, eso …y por supuesto la película de “Creepshow” y la tía Bedelia…por no hablar de la tarta de la cabeza. 😉