UN AÑO DE «UN PAPÁ COMO DARTH VADER».

Esta semana hará un año que gracias a mi amiga Cris Moe, me decidí a escribir mis aventuras de papá en «Un papá como Darth Vader», y es que con «El hada del gin tonic» cerca de ti,  las cosas siempre salen bien. Y digo bien, porque para la mayoría de cosas en esta vida se tiene que tener perseverancia, palabra que no sólo me aterroriza más que el payaso Pennywise de «IT» de Stephen King, sino que además nunca ha sido mi compañera de viajes, así que casi es un milagro que haya mantenido el blog bastante activo, la verdad. Lo veis…los milagros existen!

En un año de blog os puedo decir bien claro que me queda mucho por aprender de los niños, y en concreto de mis dos hijos. Si, es apasionante. Si, es agotador. Os he explicado un montón de cosas y os he dejado de explicar también un montón de cosas, por falta de tiempo o por no querer aburriros o preocuparos…

Ha sido un año muy divertido e intenso con el blog, he conocido a gente muy guay,  y a papás muy guays que por cierto  ves que están viviendo junto al camarote de al lado tuyo del Titanic, y entonces eres un cabrón, porque eso te consuela y mucho…

Los momentos en los que me siento como Darth Vader, diría que han disminuido en este año, o siguen iguales, o han aumentado, la verdad, no lo sé. Y es que  a veces estás delante del mayor pollo del siglo XXI, crees que tienes la situación controlado, pero entonces te giras y ves colgada en tu espalda una capa negra larga e impoluta:»Mierda!».

Pues bien, después de un año de blog, estamos en este punto: Mi hijo de 3 años Martí lleva tiempo de mal humor conmigo y no sé el porqué, y la verdad que hay momentos que puede llegar a ser angustioso, porque te preguntas que estás haciendo mal, que es lo que le hace pagar su mal humor contigo. Y entonces te vienen millones de hipótesis en la cabeza: No juego lo suficiente con él, nota que estoy nervioso, nota que tengo poca paciencia, no le cuento suficientes cuentos, echa de menos a su madre y lo paga conmigo, tiene celos de su hermano y lo paga conmigo, está en una escuela en donde se pasa el día haciendo fichas (buff, algún día os hablaré de esto) y el necesita levantarse, satisfacer sus inquietudes, moverse, como buen niño «nervio» que es. Quizás es que duerme poco, quizás es una simple etapa, quizás se ha enterado de este blog y quiere tirarme de arriba del Empire State, o quizás…qué sé yo.

Y entonces le preguntas a Martí, y éste como buen amante de la ficción, imaginación y fantasía que es al igual que su padre,  te empieza a explicar porque está enfadado y empieza  a imaginarse unas razones más propias de un episodio de Star Trek , o simplemente te dice que no lo sabe, y entonces tu desesperación es mayor, ah y entonces…bingo! Te acuerdas que es un niño de 3 años, y que no le debe ser fácil explicarte que le pasa…

Con el pequeño Mario, me paso las mañanas paseándolo, durmiéndolo, jugando con él a esconderme y cuando me encuentra se parte la caja, y muchas veces, cuando lo dejo en el suelo para ir al lavabo, calentar un miserable plato de pasta de «La Sirena» o volverme loco para encontrar la otra pareja del calcetín, el pequeño Mario llora desconsolado como si hubiese visto a las niñas de «El Resplandor» o como si lo hubiese abandonado en una gasolinera en plena noche…entonces mi decimoquinta cana aparece y me  saluda con voz burlesca: «Hola Carlos, soy tu decimoquinta cana, que… como mola ser padre, eh?».

Como me dijo mi suegro Rafael antes de que naciera el Martí al yo decirle que estaba muy perdido: «No hay escuelas para padres Carlos….».

Qué gran verdad Rafael, no existen las escuelas de padres, pero por suerte hay blogs para poder desfogarse…y es que, te puedes imaginar lo que será ser padre cuando ves amigos, familiares o conocidos con críos y con esas caras de «secundario de peli de miedo a punto de diñarla», te puedes leer millones de libros…entonces nace tu hijo y es cuando empieza el verdadero aprendizaje.

Así que si os parece bien, seguiré aprendiendo de la vida, de mis amigos, de mi familia, de vosotros, y por supuesto de mis hijos. Sobre todo de ellos. Ahh, y seguiré con esas 15…ups, ya van 16…bueno, pues con esas 16 canas y esa cara de «secundario de peli de miedo a punto de diñarla». Y claro…seguiré escribiéndolo en este blog.