Viéndolo allí estirado, calentito por la fiebre, con mofletes a lo «Heidi» y los ojos llorosos, supe que era el momento de contarle el cuento. Después de casi una semana con los dos niños con gripe, un servidor no solo no ha tenido tiempo de actualizar este blog, sino que además, se da cuenta de lo intensos, desquiciantes y maravillosos que son los días de papá a solas con los muchachos. Están siendo unos días de pintar, de ver «Goofy e hijo», de jugar a un montón de juegos del «poisson rouge». (Menuda locura, no se acaba nunca!!!) De mimar a los niños malitos….y sobretodo protegerlos, como dicen en el cuento de «El hombre de la luna».
Así que a Martí le conté «El grúfalo», «El apagón» y por último…»El Hombre de la Luna». Si…los Reyes Magos de Oriente me habían traído el cuento (perdón, la maravilla) de William Joyce, y llevaba días queriéndoselo contar a Martí.
William Joyce es el autor de los libros de «El origen de los guardianes» entre otras joyas, y últimamente lo tengo siempre en mente. Aun recuerdo cuando vi con Martí el film de “El origen de los guardianes” con la sala vacía, y éste al escuchar las voces de «sombra» en los altavoces de atrás de la sala, se giraba alucinado en plan: «pero de donde viene esa voz?». Por no hablar del post que le dediqué a mi sobrina Alexandra en el que le decía que iba a ser su guardián, o el cuento “Los fantásticos libros voladores del Sr. Morris Lessmore”que me trajeron los reyes en la librería «La Petita» y que además resulta ser uno de los cuentos favoritos de mi sobrino Eloi.
Todo lo que he leído de Joyce desprende una ternura, respeto y admiración hacia los niños realmente apasionante, de aquí quizás que lo admire tanto.
Así que empecé a contarle el cuento «El hombre de la Luna» a mi hijo, y lo primero que hizo fue acariciar el relieve del título de la tapa, seguidamente y justo cuando iba por la pagina 5 que es cuando precisamente Luz Nocturna le canta una canción al Hombre de la Luna para que no tenga pesadillas…Martí se durmió. Por un momento pensé en dejar el cuento e irme al comedor, pero no lo hice. Pensé en que quería acabar de contárselo aunque estuviese dormido, así que se lo seguí contando, y reconozco que fue imposible no apartar mis ojos de las maravillosas ilustraciones o de la preciosa historia para observar al pobre Martí dormido. Mi niño, ese tren desbocado, ese nervio, ese chiquillo que no para y que me vuelve loco, ahí dormido a las 18.00 de la tarde un jueves cualquiera, cuando en realidad debería haber estado jugando en el parque, yendo en su superbici o pintando con su querido «playcolor». Fue un momento mágico, precioso, que tardaré tiempo en olvidar…le hubiese explicado el cuento 1000 veces…
Cuando acabé de leerle el cuento y al llegar al comedor, Vanessa había dormido al Mario, que también estaba griposillo. Así que nos miramos en plan: «Y ahora qué hacemos?».
Mientras Vanessa miraba internet, yo leí un poquito a Anna Manso y seguidamente me acordé que llevaba tiempo queriéndome duchar en condiciones, es decir, sin que un niño de 9 meses haga caso omiso a un juguete y esté lleno de felicidad viendo como su padre se ducha…bueno, y de paso que le caiga toda el agua encima.
Tardé un buen rato en la ducha y os soy sinceros, eché de menos esa cara del pequeño Mario de satisfacción y yo como un loco atacado de los nervios diciéndole: «nooo, no te acerques a la bañera Mario, mira el coche de bomberos, mira el coche de bomberos, que te estás mojando». Duchas estresantes…duchas divertidas.
Me puse el pijama y se podía escuchar la música del vecino… hacia como años que no escuchaba la música del vecino!!! Eso es lo que tiene tener 2 hijos, que solo escuchas el jaleo de casa…nada más. Y entonces eché de menos que el Martí no estuviese abriéndome la puerta del lavabo preguntándome que hacía y yo pelándome de frío desnudo y secándome con la toalla a la velocidad de la luz para no convertirme en un helado colajet.
Mi mujer dijo que tenía una corazonada para principio de año. Algo bueno, muy, muy bueno. Una corazonada de esas tipo Gordy en «Los Goonies», si, ya sabéis, encuentran a los Fratelli, pero acaban quedándose con unas piedras preciosas de” Willy, el tuerto” que hacen que no tiren la casa de «Los muelles de Goon». Pues bien, yo también pienso lo mismo. Yo ahora mismo tengo una corazonada que algo bueno va a pasar, y me da que éste «algo bueno» hará que estemos más tranquilos, pero de rebote, hará que esté menos con mis hijos.
Sé que habrá un día que veré menos a Martí y a Mario, a Mario y a Martí, que estoy muy bien acostumbrado, que por desgracia “así está montado” y la verdad, si en los cuentos de Joyce, «Sombra» es el temor de los niños, el mío en estos momentos (a parte de que se pongan muy pronto buenos claro), es ver menos a mis hijos. Y si, os pido perdón de antemano, porque sé que sois muchos los que, al igual que yo, os cagáis en la conciliación laboral, y que además por desgracia, no estáis con vuestros peques todo lo que vosotros querríais…pero es así como lo siento.
Sí, me cagaré en mis hijos un millón de veces, también despotricaré de ellos en mis dos blogs, estaré deseando escaparme al cine, a hacer una hamburguesa, un café con leche, quedar con los amigotes, o simplemente darme una vuelta a la manzana para que me dé el aire y para no irme directamente al frenopático, cansado de rabietas, lloros y pañales…pero cada segundo que pasa…quiero estar el mayor tiempo posible con ellos, porqué les quiero, pero sobretodo porque…
«Cuidaremos a los niños de la Tierra. Les guiaremos para que no se acerquen a los caminos del mal. Que tengan el corazón feliz, el alma valiente y las mejillas rosadas. Guardaremos con nuestra vida sus esperanzas y sus sueños, porque son lo único que tenemos, lo único que somos, y lo único que llegaremos a ser». ‘El hombre de la Luna’ William Joyce.
Què bonic… ¡Y cómo te entiendo! Me paso los días renegando de que no tengo tiempo para hacer nada ya que por las mañanas trabajo y por las tardes estoy con mis hijos; deseo tener un día, una mañana, unas horas «libres» para poder «no hacer nada»; desaparecer, hacerme invisible, recuperar un ratín, ni que sea chiquitín, para estar a solas conmigo, pero les echaría tanto de menos que no lo disfrutaría. Esta semana estoy sola con los peques, por las tardes están con la canguro, y no veo el momento de llegar a casa a las 9 de la noche para abrazarles y explicarles un cuento (de hecho, una de las pocas directrices que tiene la canguro es precisamente que los mantenga despiertos hasta que yo llegue!)
Por cierto, qué buen criterio literario tienen estos Reyes Magos ;)))
Julia, mi también me encantaría ser invisible y tener tiempo para no hacer nada!!!! y luego seguro que también los echaría de menos a estos peques… Por cierto, tiene que molar mucho que Miguel o Julia te cuenten un cuento!!!! como mooooola!!!! 🙂
Al final no he podido haceros una visita esta semana, ya que los chiquillos están malitos, pero la semana que viene sin falta me paso, ok?
Ahh los reyes magos…miran que son majos!!!!!!!
Besitos
Creo que es mi post favorito.
Jolin Ana, muchas pero muchas gracias 🙂
Ya sabía yo que no aguantarías mucho alejado del blog… ¡Jajaja! Si es que estamos muy enganchados. Por cierto, a ver si esa corazonada, ese presentimiento de algo bueno, se produce cuanto antes.
no he durado nada, jajajajaja!!! Ojala tengas razón con lo de la corazonada!! Abrazotes!!! 🙂
Oh!! que entrada más bonita. Espero que esa corazonada se cumpla (Los goonies, que gran película!!!!!) Y aunque no puedas estar tanto con tus peques, seguro que estarás bien, aunque los echarás mucho de menos. Siempre hay que buscar la parte positiva a todas las cosas, sean cuales sean. Así serás más feliz.
MUAS
Muchas gracias Patri, pues si tienes razón, todo tiene su lado bonito 🙂
Que grande «los Goonies»!!! No me canso de verla!!!! jajaja
besotes
M’ha encantat el post…fa temps que intento escriure sobre sentiments com aquests i no acabo mai…però llegeixo el teu i és com si fos un retrat del que passa a casa: la porta del bany que sembla sempre oberta, els sorrolls que no sentim perque fem més soroll que ningú, estar desesperat per una mica de silenci pero no aguantar ni 5 minuts sense trobar a faltar el soroll… Molt bon post, molt i molt bo 🙂
Bufff…moltes gràcies per les paraules Lai, si ara mateix em veiesis…estic com un tomàquet!!! 🙂
La veritat es que a vegades hi ha posts que apareixen el mateix dia, quasi sense voler, i aquest ha sigut un d’ells. I tot comença amb el conte, i com sempre tot gràcies al Martí.
Moltes gràcies per les paraules, i sobretot pel teu fantàstic blog.
jajajajaja, me n’alegro que t’hagi agradat el comentari! gràcies per passar-te pel blog!!
Tan inspirador como siempre, Carlos, ¡gracias por volver al blog! Y deseo con toda mi alma que todas las corazonadas buenas se cumplan, ¡y que recopiléis todas las piedras preciosas de Willy el tuerto!! Totalmente de acuerdo con el primer comentario, ¡qué buen gusto literario tienen los Reyes Magos!!! Un abrazote!!
Muchas gracias Teresa!!! A ver si tenemos suerte y podemos recopilar todas las piedras y salvar «los muelles de Goon». 🙂
Siii, los reyes magos son la bomba!! Abrazos Teresa!
Genial! ets un crack amb una sensibilitat extrema pels teus fills!
m,encanta llegir,te i veure com reflecteixes altres paternitats (que també existeixen!)
gràcies i tant de bo k arribi aviat aquesta «corazonada»
marta r.
Moltes gràcies per les paraules Marta, i per llegir el blog! Gràcies de veritat! I si, que arribi aviat la «corazonada» porfa!!!! 🙂
Solo decirte una cosita: GRACIAS POR ESTE POST. Aún estoy emocionada.
ostras Maria, muchas gracias por las palabras. Te lo agradezco muchísimo. Un abrazo