Lo habré escuchado un millón de veces…bueno, mejor dicho 2 millones de veces. Mi hijo Martí tiene uno de esos obstáculos que se le presentan en su vida, para él es como si tuviese que escalar el Everest, correr la maratón de Nueva York o entender la peli «Mulholland drive» de David Lynch y entonces, pide ayuda a la mamá. Ella sin embargo está con Mario, y no puede ayudar a su pequeño, y entonces aparece un servidor, con ganas de salvar el mundo, con peinado y capa a lo Superman y sonrisa profident….Sí Martí, aquí estoy dispuesto a sumar puntos para acercarme un poco mas a ser el mejor padre de Cataluña, (creo que estoy en la parte media de la tabla, tirando para bajo) y entonces al acercarme a él con decisión y valentía, Martí me mira con cara malhumorada y te dice esas entrañables palabras que retumban en mi cabeza cada mes un montón de veces: «Tú no… la mamá!».
Y entonces tengo la sensación de que si mi hijo estuviese en un puente destruyéndose encima de un río lleno de cocodrilos mutantes asesinos con 3 ojos que escupen ácido, fuese atacado por el mismísimo Godzilla o estuviese en la última planta del edificio de «El coloso en llamas», si su madre no pudiese salvarlo en esos momentos y apareciera yo en su lugar, preferiría esperar a que apareciese ella al rescate.
Aix angelito, mi niño que majo es…lo reconozco, me da mucha rabia, esa situación me convierte en un padre impotente, desesperado y si, en ocasiones triste. Entonces hablas con otros padres, y ves que bastantes de ellos están en la misma situación, y entonces respiras algo tranquilo. Y entonces escuchas esas típicas y cansinas frases de que «madre no hay mas que una», » este niño está enmadrado»o «las niñas son del padre y los niños de la madre» (si eso es cierto, voy listo).
A ver….Reconozcamoslo, ya sólo para empezar, las mamás nos llevan 9 meses de ventaja, así….zasca! Ellas paren a los pequeños mientras los papás las ayudamos como mejor sabemos y con la tarea casi imposible de no ponerlas nerviosas antes, durante y después del parto. Luego, una vez han nacido los niños y con el paso de los meses, el famoso vínculo entre madre e hijo se manifiesta en cada segundo. Y entonces estamos allí, disfrutando de nuestros hijos, y mirando de reojo a las madres y en mi caso, os confieso que con una envidia sana. Sí, envidia porque por mucho que siempre he pensado que si fuese mujer no sería nunca madre (soy hipocondríaco, ya sabéis para mi un dolor de cabeza es sinónimo de tener un tumor), al nacer mis dos hijos he cambiado radicalmente de opinión, y pienso que ésto de ser madre no sólo tiene que ser algo milagroso, extraordinario y único, sino que además es una de esas cosas por las que este mundo tiene sentido. Admiro a las madres, las escucho con atención, estudio sus gestos hacia sus hijos, sus sonrisas, sus besos, su cariño, su vínculo o como lo queráis llamar…las adoro.
Creo que ser madre es otro rollo diferente a ser padre, ni mejor ni peor, y es que si dicen eso de que cada niño es un mundo, cada maternidad/paternidad…pues lo es también. Lo que está claro es que el padre y la madre son un equipo, y el niño los necesita igual a los dos. También dicen que son etapas y que luego hay épocas en que los niños sólo quieren estar con los padres…te dicen tantas cosas, que acabas mareado y con una migraña del tamaño de Rusia, pero por mucho que te digan, no puedes dejar de ponerte de los nervios cada vez que tu hijo necesita ayuda y reclama siempre a la mama, y por mucho que te insistan que es lo normal o por mucho que la inmensa mayoría de papas nos reunamos en los parques a escondidas de las mamas para consolarnos los unos a los otros , más de uno nos seguiremos sintiendo cómo Bruce Willis en «El sexto sentido».
Sin embargo, llega el día que estás tomándote el quinto café del día, te ha aparecido la decimosexta cana y entonces hay una situación en la que tu hijo Martí no sabes como, no sabes porqué, le dice a mamá: «tú no… el papá!».
Y entonces sonríes, y te dan ganas de saltar y bailar a lo Will Smith en «El príncipe de Bel-Air» delante de tu mujer y decirle: «toma! Toma! y Toma!». Pero sabes que eso está feo, así que evitas el «toma!» y bailas sólo un poquito y encerrado en el lavabo a escondidas de ella. Y entonces te sientes como si el Español ganara la «Champions League», como si Gabino Diego ganara el «oscar» al mejor actor de reparto, o como si los Washington Generals ganaran a los Harlem Globetrotters….Y sí, la mamá será la mamá, los niños de cada 100 veces, 99’9 dirán mamá en vez de papá…pero esta vez y no sabes porqué milagrosa razón en su obstáculo cotidiano del día a día, Martí ha preferido al papá, y hoy…que demonios! hoy dormirás muy pero que muy bien, eso si, después de salir de fiesta con todos tus «compis» papás, y les invitarás a 3 o 4 rondas y brindareis juntos por las mamás, porqué son adorables y porqué el camino de la paternidad a su lado es mucho más fácil, pero también brindaréis por los papás, porqué los papás….también molamos mucho, o no? 🙂
Ja,ja,ja!! Los papás moláis mucho. Hoy mismo se lo decía a un papá, grandote como una montaña, que se me emociona (con unos lagrimones tan grandotes como él) cada vez que le digo lo bonita que está su niña… que, como tiene 13 meses,¡¡ por supuesto todavía prefiere a mamá!!! Sólo una pregunta, Carlos, ¿tú preferías a papá o a mamá???? Un abrazo!!
Bravo por ti comparto tu baile;)!!!!espero con ganas que muchos papis te lean y se sientan un poco más acompañados en esta tarea. Yo también me alegro cuando nuestro hijo de 2 años me dice:Tú no mami, tú no sabes papi síiii ( papi, es el experto en poner calzoncillos, será que yo se los pongo muy arriba???…el experto en poner aloe en las pupas y también juega a la lucha y…) creo que con el tiempo y con el crecimiento aumentarán los episodios donde tus hijos y el mío griten imperiosamente PAPAAAAAÁ!
Me encantan tus entradas. Lo explicas de una manera divertida y amena. Jajaja, me ha encantado ese momento de peinado y capa a lo superman para salvar el momento.
Yo soy hija de papá, pero cuando me ponía mala, solo quería a mi mamá. Con el tiempo, sigo siendo hija de papá, pero cuando me pongo mala o tengo un gran, gran problema, solo quiero los mimitos de mamá.
Cada niño es un mundo, y llegará el día en que Martí y Mario digan, tu no, el papa.
Ese momento, por favor, lo del baile y el ¡toma! (bajito para no molestar) grábalo y enséñalo, porque tu cara será de un padre absolutamente feliz.
BESOTES
Si, los papas molais un montón! A vuestro lado todo es mas fàcil, reconfortante y compartido.
Y mientras los papas os vais al lavabo para bailar como el principe del Bel-Air y decir : «Toma, toma» muy bajito, a las mamas nos brota una sonrisa ligera, sincera y satisfecha. Y esa noche dormimos un poco mas acurrucadas al papa.
Hola Carlos.
Felicidades por tu blog!. me encanta. cada vez que te leo consigues sacarme una sonrisa,a pesar de que tenga un mal día.Todo lo que explicas es cierto, pero tú le das un toque de humor y entonces hace que el educar a nuestros hijos no sea tan difícil y se convierta en una
aventura.Gracias por el trabajo que haces.
un saludo
Ay, Papá Vader, no sé cómo lo haces pero cada vez que te leo me río y lloro a la vez…
Qué bueno eres, como papá, como bloguero y como creador de historias; qué manera de crear imágenes entrañables, de llegar al corazoncito ochentero de mamás recientes (en mi caso, al menos)…
Abrir tu blog es como el caramelo del recreo, cuando ya lo tengo todo más o menos controlado, me digo, hala, vamos a leer al papá Vader; y me cojo un pañuelito por si acaso 🙂
Ni lo dudes: Tus hijos te adoran, y te deseo muchas muchas danzas a lo will smith; y estoy de acuerdo al cien por cien con Susanna: A nosotras se nos enciende una lucecita por dentro cuando oímos las palabras mágicas… «con papiiiii…» Pues sí. Ole los papás!!!
Que difícil tarea la de ser papá pero que maravilla poder jugar a cosas que solo los chicos sabéis jugar, a mamá no se le ocurrirían tantas historietas como a vosotros. La forma de juego es distinta y claro que siempre habrá un momento que los pollos digan «tu no papá!!» porque papi no hay más que uno.
Como siempre una entrada genial 🙂
hola, descubrí to blog ayer, y me leí esta entrada. Y ayer mismo, por la tarde, me acordé de ella, porque mi canijo, de 2 años y medio, se cayó (o mejor dicho se tiró) de la moto, y se quedó tirado en el suelo con la moto encima. Fue papá a salvarle, le quitó la moto, y él dijo que no, que tenía que ir mamá, así que volvió a tirarse en el suelo ¡poniéndose la moto encima! para que yo fuese su salvadora JAJAJA
Qué identificada me siento…!!!! Sólo que debo ser la excepción: mi hijo sólo quiere a Papá. Y me entristece con frecuencia, aunque sepa que nos quiere a los dos y que nos necesita a los dos… Sí, también muchas veces es Mamá, pero con el padre es muchísimo más cariñoso y efusivo, y no para de decirle «te quiero» y a mi no… y eso escuece en «la patata»…
Seguro que tuvo mucho que ver que su hermana nació justo el día después de su segundo cumpleaños, y después su hermano y he estado siempre atendiendo a los pequeños. Igual es el precio que me ha tocado pagar por tener tres hijos tan seguidos…!! En fin. Pues nada, que me alegra ver que es algo normal. Y aunque no me encierre en el baño, cada vez que me llama a mí para pedirme o enseñarme algo, bailo por dentro a lo Will Smith y digo mentalmente: «¡chúpate ésa, Papi!»…