Un día pasé por delante de la habitación de dormir con la intención de ir a lavarme los dientes, y escuché como Vanessa le contaba a Martí posiblemente el cuento más bonito de todos. En éste no salían brujas, ni príncipes ni lobos, ni gatos parlantes ni tortugas voladoras, salían un cine y dos personas que se conocieron en él. Sí, lo habéis adivinado! Vanessa y yo nos conocimos en los cines Icaria de Barcelona, ella era operadora de cine y yo portero acomodador. Aun recuerdo como si fuese ayer mismo a Vane vestida toda de negro mascando chicle y con un casco de moto en el hall del cine preguntando por el encargado….estaba preciosa! Con los días, vi que no solo era una chica guapísima y que el negro le sentaba genial, también vi que le encantaba el cine, que era muy freaky (está bien quizás no tanto como yo) que era muy dulce, muy inteligente, muy positiva…muy todo! y entonces pensé. «lo mejor que me podría pasar es salir con esta chica». Así que no se como… la conquisté o mejor dicho me conquistó ella, o que demonios, nos conquistamos mutuamente. La primera cena que le hice fue una pizza calzone de «La Sirena» y unos «hot pockets»(una comida preparada congelada tan artificial que ya ni existe…aunque la verdad estaba buenísima)… y casi 7 años después tenemos dos preciosos hijos: Mario y Martí, así que pienso: «Bueno, quizás no lo hice tan mal en la cena!» y es que ya lo dice mi amigo Ricard: «Tú con las mujeres eres como Julio Salinas…tropiezas, resbalas, te caes de culo…pero acabas marcando gol». Yo más bien pienso que los milagros existen 😉
Los cines Icaria no solo me han dado una preciosa compañera de aventuras y 2 maravillosos hijos, gracias a los cines Icaria, soy el que soy. Gracias a ellos tengo 2 ahijadas preciosas llamadas Noa y Dana que cada vez que quedo con ellas se ríen más de su padrino y a mi que me encanta. Y tengo lo mejor, una grupo de aventureros, de gente guapa, honrada, sincera que un día me dijeron: «Carlitos, te acompañamos a buscar tu sueño, cuenta con nosotros». Todos sabéis de sobras quienes sois, todos me habéis prestado un caballo, un escudo, poderes, pócimas mágicas, capas, comida y agua, para que el viaje sea más llevadero…y yo que os lo agradezco.
En los cines Icaria hice el corto «El tercer rey», conocí a mi maestro Yoda, escribí un libro llamado «Escritos que nunca me leerás , vi cine gratis hasta la saciedad, canté en un grupo de música llamado «acomodadores violentos», imité a mis jefes, me reí de los guiris y con los guiris, comí millones de helados, soñé millones de sueños, me perdí un montón de días festivos, reí mucho, lloré mucho, escuché un montón de partidos del Barça a escondidas, creé un montón de palabras sin sentido, me llevé la cabeza gigante de los chicles «Boomer» (una de mis joyas de la corona), jugué como el que más al «gato y el ratón» con mis jefes, coleccioné anécdotas sobre clientes, me llevé a la más guapa del baile, y sobretodo: me lo pasé muy pero que muy bien. Y es que como dije el día que me fui de otro trabajo hace unos meses: » y ahora que no me escucha nadie…que demonios, me lo he pasado muy bien!». incluso un día, mi amigo Artur que trabajó posteriormente a mi en los cines, me dijo: «creo que no hay un día en esos cines, que hablando entre los compañeros, no salga tu nombre». Ese día fui muy feliz, porqué me di cuenta que al igual que yo me había llevado muchas cosas buenas de los cines Icaria, ellos también se habían quedado cosas buenas de mi.
Os engañaría si os dijera que era el trabajo perfecto, que era genial y maravilloso trabajar en esos cines…para nada. Yo trabajé 7 o 8 años, ni lo recuerdo, y os puedo asegurar que mis últimos años allí fueron muy duros. Y es que teníamos unos jefes…que ni voy a hablar de ellos, no me apetece. Sin embargo, tanto mis compañeros, mis amigos, como yo, hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos para llevarlo lo mejor posible. Y la verdad es que a ratos…lo conseguimos y todo.
Los trabajos tienen ese destello de luz, esa maravilla, te dan cosas. De los pocos trabajos que he tenido, siempre me he llevado cosas, siempre me he llevado algo, por poco que sea. Eso es lo que pienso de todos los trabajos del mundo: haz lo que tengas que hacer, pero hazlo con una sonrisa y llévate del sitio donde estés lo mejor de él…y directo a tu corazón. Y yo lo hice de los cines Icaria…vamos si lo hice! A veces pienso que me encantará ir a los cines Icaria y vivir todo aquello durante un día con los muchachos, las charlas con lo clientes, los piques con los jefes….un solo día para rememorar todo aquello…tan solo un día.
Por eso el cuento de los cines Icaria, y de como papá y mamá se conocieron, es uno de mis favoritos, y me encanta que lo cuente mamá, me encanta escuchar su dulce voz, y recordar como empezó todo…y que mejor lugar que unos cines para empezar posiblemente el mejor cuento de todos.
Me encanta!
moltes gràcies Armaine!! Petonets!!!!!
El mundo es un pañuelo, hoy en el facebook una amiga de Madrid ha colgado un artículo sobre crianza de lo más interesante y al ver al autor del blog he alucinado…me he dicho, «joder, pero si es Carlitos del cine!»… y es que fuimos compañeros de andaduras, esbirros de los Icaria y sus absurdos jefes (por llamarlos de alguna manera). Posiblemente no me recuerdes, pero las imagenes que me vienen desde aquella barra de bar con olor a palomitas de hace al menos 12 años, me traen a Carlitos, Pelacos, Helena y a un par de amigas intimas que aún conservo y que tengo que agradecer a los cines… en fin, me alegro de que sigas escribiendo! Dos ejemplares tengo de aquellos «escritos que nunca me leerás».