Esta mañana he pensado: «Que mejor que colgar la crónica que escribí hace unos años cuando nació Martí en este blog, no??» Así que os dejo el escrito que hice cuando Martí tenía 3 meses de vida. Y pensar que en unas semanas, vendrá la de Mario! Y es que Vanessa, mi compañera de viajes en esta apasionante aventura, esta de 35 semanas ya! Queda poquito poquito…Mario, tu hermano y tus papás te esperamos!!!
Del escrito añadiría algunas cosas…pero que mejor que dejarlo tal y como lo sentí en ese día, no? Pues vamos allá:
Hubo un día que entendí porqué dicen eso de que la “realidad supera a a la ficción”. Fue el día en que estaba escuchando el horrible ruido del escáner y de repente Vane me llamó, yo no se lo cogí, e inmediatamente recibí un mensaje: “llámame cuando puedas”. Me fui a esconder al archivo (lugar oficial del escaqueo de mi curro) y allí al llamarla me dijo que estaba embarazada. Ese momento fue el inicio de todo, bueno, los más morbosos me dirán que el inicio de todo fue aquella noche de verano en Vespella, pero obviaré los detalles.
A la vuelta del trabajo compré un “predictor“, no se, supongo que daba más confianza que un test de embarazo comprado por internet, pero el resultado fue el mismo, este: Y qué quiere decir?….pues que estás embarazada Vane!
La ilusión nos desbordaba y eso que sólo era el principio. A partir de ese preciso instante, nuestras vidas cambiaron para siempre, y no sabeis lo que me alegro. Se lo dijimos a los más allegados y todos se pusieron muy contentos, y es que el viaje del pequeño Martí acababa de empezar.
Las primeras semanas fueron algo durillas, ya que enseguida tuvimos un par de sustos difíciles de olvidar, pero por suerte, solo fueron eso: sustos.. Y es que Martí, mediante los latidos de su enorme corazón nos dijo que no nos preocupásemos, que todo iba sobre ruedas. Ese día es probablemente, junto al día del parto, los días más felices de mi vida. A partir de ahí, la barriga de Vane empezó a crecer y a crecer y a crecer. Todo eran preguntas, interrogantes, inquietudes típicas de cualquier padre novato. Por eso Vane se sacó el master en “libros de preñis” y cualquier pregunta estúpida o no tan estúpida que yo tuviera, ella casi siempre la sabía. Durante los meses en que el Martí era más renacuajo si cabe que ahora, tuve la sensación de que no podría ver el parto, así que empecé a ver videos y documentales de partos (grave error!!), y enseguida entendí que las guionistas de Hollywood no tienen ni idea de partos. Dejé de ver los videos y no se por qué extraña razón, empecé a calmarme. Todos los miedos que le tenía al parto, no habían desaparecido, pero se iban disminuyendo poco a poco, como si Martí me dijera desde dentro de la barriguita: “jolin, papa que pesado eres…que todo irá bien”.
Unos meses antes de que naciera el niño, nació Abel, el hijo del primo de Vane, un niño guapísimo y dulce a más no poder. Fuimos a ver a los primos y al niño, y después de comer, y mientras contemplábamos como el pequeño Abel al descansar encima de la barriga de Vane, Martí le contestaba con patadas, Jose dijo una frase que recordaré toda mi vida: “ah por cierto, y mis más sinceros respetos y admiración a todas las madres del mundo”. Cada vez que me acuerdo, se me pone la piel de gallina…Él había estado al lado de su mujer Alex, y había vivido en primera persona todo el parto. Aquella frase me volvió a recordar dos cosas: Que no iba a ser fácil, y que los guionistas de Hollywood seguían sin tener idea de partos.
Los 9 meses pasaron volando, y no lo digo por decir, lo digo porque así fue. Entonces una madrugada de un Lunes de mayo, después de que el finde el Barça ganara la liga de los 99 puntos, y yo llevase 2 días trabajando en un nuevo puesto igual de aburrido que el del escáner, se encendió la luz de la habitación: “Charles, que he roto aguas”.
Os podéis imaginar mi cara? Entre que estaba medio dormido, agonizando, el sobresalto fue mayor. Enseguida me puse muy nervioso y empecé a hacer el típico papel de padre histérico que no sabe si llamar a la ambulancia a los bomberos o a los “mossos”, mientras Vane se reía, como no, de un servidor.
Llamamos a mis padres, y nos llevaron en coche a la maternidad. Las contracciones ya habían empezado, así que cuando la enfermera nos dijo que Vane estaba dilatada solo 1cm casi nos da algo. Ingresamos en el hospital y estuvimos allí todo un día entero “con barriga“. Un día increíble, inolvidable, maravilloso, duro, emocionante, el mejor día de mi vida, junto al de los latidos del Martí, claro. Mientras Vane estaba con contracciones y las visitas de hermanos, padres empezaban a aumentar, yo iba saliendo y entrando del hospital y les informaba de todo lo que pasaba dentro, mientras para calmar a Vane, la engañaba diciendo que se habían ido todos a su casa. (ja!ja!, pero que ingenua!).
Es en esos momentos, al estar rodeado de la familia, donde te das cuenta de lo afortunado que eres, todos allí esperando ver a Martí, esperando en la calle horas y horas, para poder ver su carita…ni que fuera unos segundos…
Por la tarde, sobre las 5 creo, fue cuando Vane no tuvo más remedio que pedir la epidural, de los dolores tan fuertes que tenía, y fue cuando supe, una vez más, lo orgulloso que estaba de ella, lo mucho que la admiraba, lo tan bien que lo estaba haciendo, y la suerte que tenía al tenerla a mi lado. Ella llevaba 9 meses diciendo que no quería la epidural, y el ponérsela fue muy duro para ella, pero se había comportado estoicamente todo el día, y aquello más que un castigo, era una recompensa.
Después de varias horas dilatando con menos dolores, el parto llegaba a su meta, y empezaron los pujos, entonces al rato, vi una cabellera negra salir de la vagina de Vane, es lo primero que vi, su preciosa cabellera negra. Lo demás? Pues os lo podéis imaginar, sin adjetivos, no tengo palabras, de verdad. Solo doy gracias a Dios de haber estado en el parto y haberlo visto todo. Lo recuerdo como si fuese ayer, los pujos, el niño saliendo, la cara de Vane, y la doctora diciéndome al verme con la misma cara que cuando Vane rompió aguas: “papá, coge al niño, no?” Estaba tan extasiado, que no sabía que hacer, que decir…solo podía reír y llorar.
A las 00.43 del 19 de mayo de 2010 un hermoso niño vino al mundo, e hizo feliz a muchas personas. Cuando salimos con el niño de la sala de partos, Vane vio a toda la familia, y alucinó, al igual que yo al verlos tan emocionados, tan contentos, y sobre todo, tan felices. Nos fuimos para el ascensor, nos despedimos de todos ellos hasta el día siguiente, o mejor dicho, hasta el mismo día, un día lleno de visitas, lleno de felicidad, el día 19 de mayo, junto al día en que Martí nos dijo sus primeras “palabras” en forma de latidos, el mejor día de mi vida.
Hoy Martí tiene 3 meses y le quiero dar las gracias por 2 cosas. La primera por hacernos tan feliz, y la segunda por sonreírme siempre antes de que me vaya a trabajar: “gràcies carinyo”.
La realidad supera la ficción por todo esto que os he explicado, porqué ni la mejor película de amor, suspense o comedia puede relatar todo lo que he vivido en estos 9 meses, por eso adoro el cine, y por eso adoro mucho más esta maravillosa vida. Os quiero guapos.
Ploro
Molt emocionant i tendre!
Me has contagiado tu entusiasmo!. Molt bonic i sincer :-).
Un saludo, Alicia fra Danmmark